lunes, 26 de abril de 2010

Moacyr Barbosa Nascimento, el que le dio vida al Maracanazo

La noche del 16 de julio de 1950, el imponente estadio Maracaná de Brasil se había disfrazado de carnaval, esperando que los 90 minutos contra Uruguay pasen como de un soplido, porque perder no era una opción que tomaran en cuenta los 200 mil espectadores que asistieron al encuentro. Brasil, dirigido por Flavio Costa, organizó la Copa del Mundo confiado de que la ganaría. El destino quiso otra cosa. Uruguay, que ya había alcanzado la gloria en el primer Mundial disputado en su tierra en 1930, arribó a la última jornada como el otro seleccionado con chances de obtener la Copa Jules Rimet.
Brasil ya había armado los festejos, estaba todo listo para lograr su primer Copa del Mundo. Friaça adelantó a los locales al minuto 47, lo que presagiaba una fiesta para el país, una fiesta que nunca llegó. Juan Alberto Schiaffino empardó las cosas y a falta de 10 minutos para la finalización del partido, Alcides Guiggia lanzó un disparo desde fuera del área grande que no parecía traerle inconvenientes al mejor arquero de esos tiempos, Moacyr Barbosa, ídolo absoluto para la gente. Barbosa se arrojó al suelo, con la destreza y seguridad que lo caracterizaban, pero esa vez falló: “Llegué a tocarla y creí que la había desviado al tiro de esquina, pero escuché el silencio del estadio y me tuve que armar de valor para mirar hacia atrás. Cuando me di cuenta de que la pelota estaba dentro del arco, un frío paralizante recorrió todo mi cuerpo y sentí de inmediato la mirada de todo el estadio sobre mí", fueron las palabras del arquero tiempo después.
Lo cierto es que la gente nunca lo perdonó, y Barbosa fue apuntado como el principal culpable del día más triste para el fútbol brasileño: esa hazaña uruguaya en territorio carioca es conocida como “El Maracanazo”. Fue el momento más terrible de su vida, el que lo acompañaría presente en las calles de Río de Janeiro durante 50 años hasta su muerte, el 8 de abril de 2000.Hasta ese remate de Guiggia, Barbosa era un ídolo del fútbol carioca.
Nació en Campinas, San Pablo, el 27 de marzo de 1921. Comenzó su carrera en Almirante Tamandaré, un equipo pequeño de su ciudad. Luego de unos años le ofrecieron defender el arco de Ypiranga, club que disputaba la liga local de San Pablo. En 1945, ya siendo figura, recaló en Vasco Da Gama, donde viviría sus mejores épocas. En ese equipo ganó 5 campeonatos domésticos en 8 años entre 1945 y 1952, y el Campeonato Sudamericano de Campeones, que fue un vaticinio de lo que sería años más tarde la Copa Libertadores. También atajó en Bonsucceso, Santa Cruz y Campo Grande, mientras que con la selección de Brasil había obtenido la Copa América en 1949.
La gente, la misma que se regocijaba con sus atajadas y revolcones, borró de sus mentes el nombre Moacyr Barbosa. Ya no lo querían, había que olvidarlo, y en el olvido quedó. Se cuenta que en 1993, durante las Eliminatorias para el Mundial de Estados Unidos del año siguiente, se acercó a hasta la concentración del plantel brasileño para saludar a los jugadores, pero al llegar a la entrada, las autoridades le negaron el acceso manifestando: “Que no pase y que no vuelva nunca más”. Fue el jugador más maltratado y despojado de la gloria del fútbol brasileño. Cuando murió, a su funeral no fue casi nadie, en realidad a nadie le interesaba. Se podría decir que su muerte pasó inadvertida. Se mudó del paraíso al infierno en sólo unos segundos y agotó sus días pobre, olvidado y despreciado.

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